‘Alcaraz’, de SCPF para Banco de Sabadell
El prototipo de creativo publicitario, el que imagina un cliente cuando se le habla de creatividad. Esta imagen, real o no, nos dice que estos suelen priorizar las ideas, la originalidad o la diferenciación en sus campañas por encima de todo. Y está muy bien, pero en ocasiones, esto no gusta demasiado a quienes ponen el dinero; más preocupados por rentabilizar sus inversiones que de la genialidad de los mensajes que transmite su marca.
Durante años, este ha sido el gran combate en el mundillo de la publicidad: las grandes ideas frente a la rentabilidad. La creatividad frente al marketing. Las agencias tomaron partido y se posicionaron a ambos lados del espectro, defendiendo con vehemencia posiciones, dos polos opuestos, aparentemente irreconciliables.
Eficacia, eso es todo
«Hazte extranjero», campaña navideña de Campofrío
Como el cliente es el que pone la pasta hay que tener en cuenta sus ideas y sus vicios, incluso aunque nos consideremos las personas más creativas del universo. Así que la creación de los premios eficacia viene a ser una respuesta lógica, un puente, un entendimiento necesario entre las dos partes del espectro del que antes hablábamos.
«Benditos bares» campaña de Coca Cola
Estos premios valoran las campañas que mejor han sabido encontrar el equilibrio entre la creatividad y la eficacia, poniendo de manifiesto la necesidad de tener contentos a los anunciantes sin dejar de ser creativos, sin perder la ilusión y las ganas por encontrar esa idea fantástica.
“Si te lo explican con fútbol, lo entiendes”, campaña de Lola para Revista Líbero
“Un lugar llamado mundo”, la campaña 360º de San Miguel realizada por WINK TT
Como decía Concha Quirós, una profesora de creatividad que tuve hace años: la creatividad, a fin de cuentas, es encontrar la mejor solución a un problema determinado. Y eso, irremediablemente, nos convierte en eficaces, para molestia de muchos creativos guays que han dominado el panorama durante los últimos años.